Políticas que ayudan
La Ley Agrícola
Acerca de la Ley Agrícola
La mitad de la población mundial depende de la agricultura para ganarse la vida. La mayoría de las personas pobres o extremadamente pobres de todo el mundo (es decir, las personas que viven con menos de $2 o $1 por día) viven en zonas rurales. Por ello, la reforma agrícola constituye uno de los principales medios para aliviar la pobreza.
Los programas federales de ayuda a la agricultura comenzaron durante la Gran Depresión cuando una cuarta parte de la población estadounidense vivía en granjas. Durante generaciones, el gobierno federal ha garantizado precios mínimos a los agricultores y, en épocas de mercados en baja, también ha permitido que los agricultores vendan algunas cosechas al propio gobierno federal. Las garantías más comunes son los pagos de primas complementarias de préstamos y subsidios destinados a la cosecha de determinados productos básicos, como el maíz, el trigo, el arroz, el algodón y la soja. Sin embargo, la estructura actual excluye o deja atrás a muchos pequeños agricultores y ganaderos que deben competir con grandes productores y agricultores más acomodados.
Nuestro pedido incluye
La reautorización de la Ley Agrícola ofrece la oportunidad de cambiar las actuales políticas agrícolas obsoletas para crear un marco más justo que sirva mejor a las granjas familiares pequeñas y medianas en los Estados Unidos, promueva la buena gestión de la tierra, ayude a superar el hambre en nuestro país y el extranjero, y ayude a agricultores en situaciones vulnerables y sus familias en los países en desarrollo. También proporciona una oportunidad para fortalecer y mejorar el Programa Suplementario de Asistencia Nutricional o SNAP (anteriormente conocido como Programa de Cupones para Alimentos), que es una herramienta clave para la lucha contra el hambre en los Estados Unidos, y para impulsar los programas de ayuda internacional para la seguridad alimentaria, destinados a personas hambrientas en el extranjero.
Una extraordinaria asociación católica (integrada por la USCCB, Catholic Rural Life, Catholic Charities USA, Catholic Relief Services y la Sociedad de San Vicente de Paúl) pedirá al Congreso que adopte políticas que favorezcan a los agricultores nacionales, promuevan el desarrollo rural y reduzcan el hambre y la pobreza en los Estados Unidos y en todo el mundo.
Ayúdenos a ofrecer una voz conjunta, constructiva y activa en el debate acerca de cómo afectan las políticas agrícolas estadounidenses a las personas que padecen hambre, los agricultores, productores de alimentos y consumidores nacionales, y a promover la conservación de la creación.
- Apoyar al Programa Suplementario de Asistencia Nutricional (Cupones de Alimentos) y otros programas de ayuda alimentaria de emergencia;
- Apoyar los esfuerzos de ayuda alimentaria para comunidades que padecen hambre en el extranjero, en respuesta a la hambruna, los desastres naturales u otras causas de inseguridad alimentaria, y apoyar al desarrollo;
- Incrementar el apoyo a los países en desarrollo para ayudarlos a aumentar sus inversiones en investigación y extensión agrícola, infraestructura rural y acceso a los mercados para pequeños agricultores sin recursos;
- Asegurar que los esfuerzos por apoyar la agricultura estén dirigidos a los propietarios de pequeñas y medianas explotaciones agropecuarias y operaciones ganaderas, exigiendo al Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA) que haga cumplir y refuerce las disposiciones de limitación de pagos;
- Apoyar las iniciativas y los programas de conservación que ofrecen recompensas a los agricultores y ganaderos que practican una gestión responsable de sus tierras y de las vías fluviales comunes;
- Vigilar la implantación de las disposiciones del USDA destinadas a ayudar a agricultores y ganaderos sin recursos o que empiezan a operar por vez primera;
- Continuar evaluando el programa de subvenciones agrícolas para eliminar las prácticas que no cumplen con las obligaciones del comercio internacional y que colocan en situación de desventaja a los agricultores sin recursos de otros países;
- Priorizar el derecho de los pobres, tanto en los Estados Unidos como en los países en desarrollo, a tener acceso adecuado a alimentos nutritivos, y promover prácticas agrícolas sostenibles que protejan las tierras de cultivo, los recursos naturales y la fauna silvestre para las generaciones futuras.
El Programa Suplementario de Asistencia Nutricional (SNAP)
Antes incluso de la recesión, los estadounidenses tenían dificultades para llegar a fin de mes. Ahora, cada vez más familias se ven obligadas a elegir entre necesidades básicas, incluidos los alimentos.
Cada mes, el Programa Suplementario de Asistencia Nutricional (SNAP) pone comida sobre la mesa para más de 40 millones de personas, en su mayoría niños, ancianos y personas discapacitadas. Proporciona tarjetas de débito electrónicas a los hogares de bajos ingresos, para que puedan comprar alimentos saludables y nutritivos en la mayoría de las tiendas y en algunos mercados de agricultores locales. El programa SNAP representa un compromiso con la erradicación del hambre en los Estados Unidos, y ofrece oportunidades a las familias que luchan por recuperarse.
- A medida que avanza el proceso de reautorización de la Ley Agrícola, es probable que se produzcan intentos de reducir los beneficios del SNAP. En lugar de reducir la asistencia nutricional, el Congreso debe considerar una reorientación de los subsidios agrícolas para destinarlos a los pequeños agricultores sin recursos y a las personas que padecen hambre, y no a los agricultores industriales y acomodados.
- La asistencia nutricional es un componente vital de la red de seguridad, ya que puede responder a las crisis económicas rápidamente.
- El programa de cupones de alimentos es, a la vez, eficiente y bien focalizado, por lo cual la incidencia del derroche y el fraude es muy baja.
- No es correcto financiar los recortes tributarios o la reducción del déficit mediante la reducción de los programas de asistencia nutricional para niños pobres.